lunes, 2 de julio de 2012

Atrapada en el 166

Cual mosca en una frágil tela de araña, hoy me encuentro de nuevo en ese lugar, tan amenazante e incómodo, ese lugar al que siempre prometemos (ilusamente) no volver, ese lugar donde tranquilamente podría estar el árbol con la manzana prohibida. El destino me juega una mala pasada otra vez o, mucho más probablemente, se trata de un nuevo (eternamente repetido) error mío, el error de creer que que es posible entender lo que Él otro quiere.
La cuestión es sencilla y conocida por todas: un chico le habla a una chica, hay onda, se encuentran, se conocen y la pasan bien, por lo cual se encuentran varias veces más. Hasta acá todo bien, todo "normal" se podría decir, pero entonces sucede lo (in)esperado. Muy tranquilas y confiadas pensamos que sabemos qué estamos haciendo; creemos entender de qué va todo este asunto con él otro; como pobres ingenuas llenas de ilusiones nos negamos a ver la realidad y es entonces cuando nos rompemos la cabeza contra la pared... y sí, quedamos en un coma emocional otra vez por traumatismo de cráneo (y eso que somos cabeza dura eh).
Resulta ser que el fulanito éste, que tranquilamente podemos llamar 166, en un increíble movimiento digno de un ilusionista, así como si nada tira un mensaje y no vuelve a aparecer!!! Sísísí, viene todo bien, sin problemas ni nada extraño (o eso es lo extraño?) y de un momento a otro este 166 no se le ocurre mejor idea que desaparecer del mapa, no da más señal de nada, apenas te contesta un msj x facebook y ahí empieza la locura en nuestra cabeza. Porque obviamente, un coma emocional en términos femeninos, no es otra cosa que el comienzo de la limadura de cabeza más grande que puede haber (que es humanamente posible).
Esto no es cualquier cosa, es un tema muy serio que puede derivar en las reincidencias e incidencias más terribles y reprochables para nuestra cabeza.
El 166 viene cuando tiene ganas, te puede dejar mucho tiempo esperando y cuando estás ahí, resulta ser que caíste en la vieja trampa de creer que va para un lugar fácil, cuando en realidad era mejor irse en otra cosa.
Lo peor de todo, como siempre, no es Él otro, ese 166 que nos hace dar más vueltas que una calesita; lo peor de todo es una!!! que cuando 166 llega a la parada siempre encuentra a la boluda esperándolo, como si nada.
Y bueno, en ésas estamos, con la guía t en el bolsillo pero sin encontrar el rumbo todavía. Seguimos atrapadas en este largo camino, hacia la locura.

Sole

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